Etiquetado: Organización
Pensamientos sobre la Organización en la empresa
Una de las cosas que más odian los empresarios es la Organización, y en concreto, la organización interna de sus empresas, el control, la estructura, etc.
Muchos empresarios solo se sienten a gusto en aquello que conocen y que dominan: Su producto, su programación, su gestión de ventas, sus estrategias, etc., pero… las tripas de su empresa, su estructura y el motor que hace que todo se mueva internamente, les asusta realmente.
No quieren que se les maree con procesos, controles, datos económicos y financieros, estadísticas, planificaciones, o si tengo que hacer esto o lo otro. Tampoco quieren, en muchos casos, que se les diga lo que tienen que hacer o se les muestre aquello que no se está haciendo bien. En muchas ocasiones la respuesta es siempre: “no tengo tiempo” o “siempre se ha hecho así”.
A esto debemos añadir también el pensamiento de que si un empresario no es organizado, resulta imposible que organice su propia empresa y que identifique los procesos susceptibles de mejora.
Por todo esto, es habitual encontrarse con empresas donde la organización interna no existe, y si existe, no está bien diseñada ni ejecutada.
La organización interna de una Compañía no es una tarea sencilla y supone una labor poco agradecida pero absolutamente necesaria, pero tiene la gran ventaja de que una vez instaurada, los frutos aparecen inmediatamente:
“Una estructura organizada, fuerte y controlada, genera seguridad y tranquilidad para todos: Empresario, equipo, clientes y proveedores”.
La organización implica revisar todos los procesos de una empresa para mejorarlos, reorganizarlos y optimizarlos, implica distribuir y adecuar tareas, dotar del personal necesario y cualificado y de los recursos técnicos necesarios, qué sean útiles y productivos, implica la generación de información real que permita la toma de decisiones, implica la aplicación de controles internos y seguimientos continuos, la evaluación de resultados, etc.
En definitiva, lo que busca la organización es optimizar el modelo de negocio de la empresa para conseguir una estructura fuerte y eficiente, instaurando el espíritu de cambio continuo que les permitan crecer, y siempre dentro de las necesidades y recursos disponibles de cada empresa y mirando también siempre a las necesidades del mercado y de sus clientes.
En SÉPTIMA ayudamos desde el principio a las empresas y a sus empresarios a analizar, localizar e implantar las soluciones necesarias para cada empresa actuando en todos procesos y áreas: Gestión económica y financiera, producción, compras, ventas, planificación, recursos humanos, etc., trabajando juntos y participando del proyecto para alcanzar los objetivos marcados, y siempre manteniendo bien fuerte el espíritu de cambio y mejora.
¿Por qué las pequeñas empresas necesitan a la consultoría?
“El cambio es la razón de ser de la Consultoría”
Simple y llanamente, la consultoría es un servicio que ayuda a las empresas (grandes o pequeñas) a mejorar su organización, a ser más competitivas, a mejorar sus resultados, y a mirar y trabajar por el futuro.
Es un servicio ampliamente utilizado por las grandes empresas o multinacionales, pero, sorprendentemente, no lo es tanto en las empresas pequeñas o medianas (Pymes), las cuales, se muestran muchas veces reacias a acometer procesos de cambio acompañados por un especialista externo.
O dicho de otra manera, si las multinacionales, que cuentan con personal altamente cualificado, recurren a especialistas externos para obtener una visión diferente o como solución a alguno de sus problemas, como es posible que las pequeñas organizaciones, cuya capacidad de poseer talento está más limitada, no recurran a estos servicios qué les puede reportar ideas frescas, conocimientos, organización y visión de futuro, que de manera interna, nunca podrán alcanzar.
La consultoría: Una inversión
Hay que entender la consultoría como una inversión y nunca como un gasto. Y además debe contemplarse como una inversión que se recupera en el muy corto plazo. Sin tener esta visión, los empresarios nunca optarán por buscar ayuda fuera de su empresa.
Cuantas veces habremos oído aquello de “no puedo” o “es muy caro” o “eso es para las grandes”. Pero la realidad es otra: La consultoría existe para ayudar a las empresas, para apoyarlas y para conseguir mejoras y crecimiento. Y los servicios que presta deben estar siempre en consonancia y en equilibrio con la realidad de las empresas clientes.
Los servicios de consultoría, y su coste, deben estar siempre en sintonía con el tamaño, situación o composición de la empresa. El coste de la consultoría debe ser proporcional a los servicios a desarrollar, pero también debe serlo al tamaño y situación del cliente. De igual manera, la planificación del trabajo, la metodología a aplicar y los objetivos a lograr. Si no es así, será muy difícil alcanzar el éxito del proyecto.
¿Qué puede aportar la consultoría a una pequeña o mediana empresa?
Todas las personas necesitamos ayuda y orientación para tomar buenas decisiones y elegir el camino correcto. Lo mismo ocurre con las empresas.
La consultoría, y en concreto, la consultoría de estrategia y organización, aporta conocimientos y técnicas externas que guían eficientemente a los gestores de las empresas y les ayuda a enfrentarse a hechos o situaciones, qué, por si solos, nunca serían capaces de afrontar.
Pero estos servicios no solo sirven para situaciones de riesgo o de peligro, sino que se desarrollan también para afrontar proyectos de futuro, de mejora o de crecimiento.
Podemos resumir lo que la consultoría puede aportar a una pequeña o mediana empresa en los siguientes puntos:
- Aporta expertos externos con amplia experiencia empresarial.
- Desarrolla servicios independientes y objetivos, obteniendo una visión externa de la empresa.
- Permite a las compañías trabajar por su futuro y con una visión a largo plazo.
- Aprovecha las experiencias y técnicas obtenidas de otras compañías.
- Identifica, estudia y trabaja las problemáticas existentes.
- Proporciona experiencia, conocimientos e instruye al personal de la empresa.
- Implementa procesos de mejora continua.
- Y finalmente, la consultoría desarrolla proyectos con fecha de inicio pero también de finalización, para que sus resultados permanezcan en la empresa y puedan ser continuados por sus propios integrantes.
Situaciones en las que es conveniente optar por servicios de consultoría
- Como apoyo y soporte empresarial.
- Para resolver problemas concretos o necesidades específicas.
- Para reorganizar y fortalecer las estructuras o áreas de la empresa.
- En la optimización de los recursos de la empresa, sus medios productivos y su estructura de personal.
- En la implantación de mejoras en los sistemas y procesos.
- Para aumentar los niveles de eficiencia de los departamentos de la empresa, evitar la alta rotación del personal y la falta de motivación.
- Mejorar de la productividad.
- Aumento de las ventas y acceso a nuevos mercados o líneas de producto.
- Para acometer proyectos de crecimiento.
- Mejora de la rentabilidad.
- Para desarrollar políticas orientadas al servicio y la calidad de los productos o servicios.
- Para diseñar e implantar nuevas estrategias de desarrollo.
- Para formar y capacitar al personal de la empresa.
- Para implantar metodologías de control, evaluación y de seguimiento continuo.
- Para generar la información necesaria que permita a la Dirección de la empresa una toma de decisiones basada en información real y fiable.
- Facilitar el acceso y adaptación a nuevas tecnologías.
- Etc.
En definitiva, la consultoría es muy útil para las pequeñas y medianas empresas porque les ayuda a mejorar sus niveles de eficiencia, a fortalecer su estructura, a mejorar su productividad y rentabilidad, y a dar soporte y apoyo al empresario en la consecución de los objetivos marcados. Y siempre debe hacerse desde una posición de confianza y cercanía, donde los problemas y soluciones se entiendan como propios.
Y esto es, porque el consultor debe entenderse como un “socio” estratégico y cualificado de la empresa y su dirección, y no como un proveedor. Y por su parte, el consultor debe vivir la empresa como si fuera suya. Juntos alcanzarán todos los objetivos.
Cómo hablar en público y ser un buen comunicador
Hablar en público, tanto a nivel profesional como a nivel personal, no es una tarea fácil para la mayoría de las personas.
Transmitir a los demás que es lo que se quiere decir, la idea o lo que se piensa u opina sobre un tema es una habilidad muy importante para interactuar con los demás. Pero hablar expresándose de forma clara, estructurada y consiguiendo que los interlocutores comprendan exactamente lo que queremos transmitir es algo que no todo el mundo es capaz de hacer. Hay que ir trabajándolo, aprendiendo y perfeccionando la técnica. Porque con la práctica se adquiere la habilidad de hablar en público.
Algunos consejos para hablar en público
- Confianza. Hay que tener confianza en uno mismo y confiar en el mensaje a transmitir.
- Seriedad en la exposición, pero manteniendo el sentido del humor y la creatividad, para que el oyente pueda estar cómodo e interesado por el mensaje que se le está transmitiendo.
- Claridad. Hablar con claridad y concentrarse en lo esencial.
- Sinceridad, naturalidad y sencillez. El público lo percibirá y lo agradecerá.
- Tranquilidad. Estar relajado y cuidar la respiración es vital para evitar el nerviosismo.
- Conocimiento de quien van a ser nuestra audiencia. Nos ayudará a enfocar nuestra exposición de forma correcta.
- Organización. Hay que tener muy claro cuál es el mensaje que se quiere transmitir para no alejarse del camino marcado. Además, es muy importante ordenar los elementos del mensaje que se va a transmitir: Introducción, puntos principales a exponer, desarrollo y conclusión.
- Preparación y memorización. El tema a desarrollar debe estar bien preparado para no caer en el error de parecer inexpertos de algo que se entiende que dominamos. También hay que memorizar las partes fundamentales del texto para evitar una lectura continua. El soporte en papel debe servir únicamente como guion y apoyo a la exposición verbal y espontánea. Con esto, ganaremos credibilidad.
- Control de los tiempos y búsqueda de la brevedad.
- Adueñarse de la situación. Hay que conseguir captar la atención del público desde el primer momento. Para ello, hay que conseguir crear un vínculo real entre público y expositor y mantenerlo durante toda la exposición para no perder la atención de los oyentes.
- Mirar al público a los ojos. El contacto visual es de suma importancia en cualquier exposición. Hay que hablar para todo el auditorio y no caer en el error de hacerlo para unos pocos.
- Gestualidad y lenguaje corporal. La charla o exposición no puede ser únicamente verbal. Hay que ayudarse con los gestos y con la postura: Acompañan, matizan y trasmiten actitudes, emociones y sentimientos. Aunque, como en todo en la vida, no hay que abusar de ellos.
- Tono de voz. El tono de voz empleado crea también sensaciones y emociones. Crea armonía entre el contenido del mensaje y las maneras de expresarlo. Crea, en definitiva, equilibrio.
- Los silencios. También son una forma de lenguaje, y bien utilizados, comunican de igual manera que la expresión verbal.
- Y por último, ser ameno. Cualquier técnica de comunicación puede estar bien aprendida, pero si no se logra empatizar con el público, todo está perdido. Hay que ser ameno y entretenido de principio a fin: Hay que ganarse a la audiencia. Hay que ser creativos.